Como hemos visto la coordinación de acciones se generan a través de los pedidos, ofertas y promesas y nuestra vida diaria se basa fundamentalmente en los actos de pedir, ofrecer, hacer promesas y cumplir promesas.
Para ello hacemos uso del lenguaje no sólo lo como una herramienta para describir una realidad, sino que también podemos generar una nueva realidad, pues resulta que cada vez que hablamos, podemos reafirmar o modificar la realidad en la cual nos encontramos.
Seguimos desarrollando los diferentes actos lingüísticos y su rol dentro de la generación y cumplimiento de compromisos, y vamos a seguir ahora con el acto de «Ofrecer». Para lo cual si buscamos en un diccionario como wordreference para revisar el significado de la palabra «ofrecer» encontraremos las siguientes acepciones:
- Prometer,obligarse uno a dar, hacer o decir algo: le ofreció su ayuda.
- Presentar y dar voluntariamente algo a alguien para que disponga de ello: nos ofreció su casa.
- Presentar, manifestar algo o alguien un aspecto determinado: la casa ofrece ahora un ambiente mucho más acogedor.
- Dedicar algo a alguien: ofrecer una fiesta.
- Dedicar o consagrar algo a un santo o a una divinidad: ofrecer una misa por un familiar.
- Exponer la cantidad de dinero que se está dispuesto a pagar por algo: le ofrecieron un buen precio y decidió venderlo.
- Presentarse alguien voluntariamente a otra persona para realizar algún servicio: se ofreció a acompañarnos.
- Ocurrir,suceder: en los tiempos que corren puede ofrecerse cualquier cosa.
De esta lista tomaremos como base para la gestión de compromisos las relacionadas a la entrega voluntaria que podemos hacer para satisfacer alguna necesidad que hemos detectado, pues resulta que hemos identificado o visto algo que necesitan que nosotros ejecutemos y por lo tanto tenemos que estructurar una oferta. Esto nace de observar, escuchar, sentir la inquietud o necesidad de otra persona que incluso en algunas ocasiones no es declarada pero que nos damos cuenta y percibimos que existen como necesidad.
Por lo tanto para estructurar nuestra oferta hay que tener en cuenta los siguientes elementos:
- A quién hago la oferta: en un pedido o en una oferta siempre tenemos a 2 partes, por una parte el «Cliente» que es quien necesita que se ejecute alguna acción y el «Proveedor» que es la persona que podría ejecutarla.
- La acción que ofrezco: es la acción que me están solicitando o que veo que se necesita, algo hace falta, es la razón por la cual me hacen el pedido. Ante esta situación uno juzga que puede realizarla y por lo tanto acepta hacerse cargo de ejecutar dicha acción.
- Condiciones de satisfacción: cómo y dónde tiene que ejecutarse la acción. Muchos de los problemas que se presentan en la gestión de compromisos suceden por no dejar claramente establecidas cuáles son aquellas condiciones que deben de cumplirse para que el Cliente se considere satisfecho.
- Un tiempo o plazo: para cuándo ofrezco ejecutar la acción por lo que se considera establecer un plazo máximo dentro del cual espero poder ejecutar la acción.
- Transfondo de obviedad: son todos aquellos elementos que tienen que quedar explícitos para el entendimiento claro entre el cliente y el proveedor sobre la oferta y que muchas veces omitimos pues consideramos que se dan por sobre-entendidos pero un simple repaso nos puede resultar útil para asegurar el entendimiento claro y común sobre la oferta o el pedido.
Si tenemos en cuenta y cuidado de todos estos elementos al momento de estructurar nuestras ofertas estaremos asegurando una buena gestión para el cumplimiento de nuestros compromisos. Por nuestra parte nosotros nos comprometemos con la oferta y eso significa que estamos haciendo un juicio de competencia pues nos estamos considerando competente para poder ejecutar lo que sea necesario y por lo tanto contamos con las capacidades que sean requeridas para terminarlas con éxito.
Y así como indicamos en el artículo anterior que un pedido se transforma en promesa sólo cuando la otra parte se compromete a llevar a cabo la acción que se le solicita; del mismo modo hay que precisar que una oferta sólo se va a transformar en una promesa cuando la otra parte acepta que realicemos la acción que estamos proponiendo.
Cuando se culmine con la ejecución de mi oferta tengo que solicitar y verificar el cumplimiento de lo ofrecido a través de una declaración de satisfacción, es decir mi cliente tiene que manifestar su satisfacción o insatisfacción con la forma en que se ha ejecutado lo que uno ha ofrecido.
Como se habrá podido dar cuenta este artículo presenta similitudes con el anterior sobre el acto de «pedir» pues están relacionados y resultan complementarios. Por lo general el pedido para una parte es la entrada para la oferta de la otra parte y si bien a veces nos confundimos y los vemos como uno sólo, hay que tener cuenta que cada uno tiene su punto de vista, uno desde el lado del cliente y el otro del proveedor.
Todo esto requiere una práctica constante por lo que le pido reflexionar sobre como le van al momento de estructurar sus ofertas y sus pedidos, ¿está dejando todos los elementos claros?, revise si está teniendo problemas para ejecutar sus ofertas y si sus clientes con qué frecuencia realiza una declaración de satisfacción al cierra de la ejecución de la oferta con su satisfacción.
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